Nuestra vida consciente transcurre en un nanoinstante producido por la chispa energética de la violenta intersección entre dos conceptos teóricos. Pasado y futuro no existen, son entelequias. Uno se aleja de otro como las galaxias en plena expansión del universo. Y lo que nos queda como presente es la materia oscura, la casinada. El elemento invisible sin el cual las teorías físicas se hundirían en la sima más profunda.
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- Te quiero! – me susurró al oído mientras le daba la vuelta al reloj de arena que, como juego de adolescentes, usábamos para cronometrar nuestra pasión.
Yo seguí las reglas y me dejé absorber de nuevo, penetrando en cada una de sus células. Los colores se mezclaron, los matices lucharon por sobrevivir, fuimos puro sentimiento intentando destrozar nuestras fronteras físicas.
Y creí que lo conseguiríamos mientras la alquimia duró.
Hasta que me encontré su mirada frente a la mía, su sonrisa franca invadiendo mi alma, nuestro sudor confluyendo …
- Quisiera parar el tiempo… - me dijo melancólicamente.
La besé con ternura y le contesté con resignación: “ Para eso no des más la vuelta al reloj! “
Debo felicitar a mi enemigo... Me encanta tu escrito.
ResponderEliminarUn Petó (amagat clar)
és tan curta la vida
ResponderEliminarque l'hem d'aprofitar segon a segon
fruïnt i gaudint
traient tot el suc
i no deixant-ne ni gota
Tic tac tic tac ... El cocodril ens empaita ( Capità Hook )
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenas. Me gusta. En general todo. El ambiente, los personajes, la manera de transmitir las sensaciones, aunque es imaginario , haces sentir cada momento. Felicidades.
ResponderEliminarPerseo salvó a su amada parando el tiempo del Kraken, convirtiéndolo en piedra... Una bella metáfora... Gracias, Andrómeda.
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