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Nunca quise ser sabio

Creo que la mentira más grande y cínica acerca de la Navidad es la que fabricamos nosotros mismos el funesto día en que nos hacen sabios. Cuando un amigo despechado ( sabio antes que tú ) te arrebata con crueldad la magia que te transportaba.
Cuando lo mágico perece todo lo que se mantiene es hipocresía. Una hipocresía infantil, eso sí. Te sacaron de la Tierra de las Ilusiones sin tan siquiera pedirte permiso y, claro, en estas fechas tienes via libre para intentar saltar en el tiempo, para dar un salto mortal con tirabuzón. Y nadie, nadie, te lo tendrá en cuenta. Al contrario, te sonreirán, seas quien seas tú, sean quienes sean ellos. Incluso es preferible que intentes saltar, si no lo haces será extraño. Ellos también saltan, todos saltan, todos saltamos.
Vamos a saltar, pequeño tamborilero. Puede que ese Rey que estás buscando acabe con tanto salto. Redobla a paso ligero, el camino es largo y la estrella se va apagando... Poco a poco, poco a poco.

Un beso a todo el mundo, menos para el que me hizo sabio.

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