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CROSSROAD BAR


Conocí a Stewart Melville en mi primer viaje a Nueva York, paseando por Christopher St, en Greenwich Village - mi primera novia estudiaba en la Universidad de Nueva York y el mío era un viaje patético para fortalecer nuestros lazos. Con mucho tiempo libre para ver, oír, sentir…, empaparme de novedades que, a la larga, reformatearían mi disco duro. Bastante libre en cuanto a espacio, dicho sea de paso -. Me sentía grande caminando por debajo de los árboles de sus calles residenciales. Era otoño y el color de las hojas daba un aire de simetría al espectro cromático que asimilaba mi cerebro. Las supervivientes, agarradas a las ramas en un ejercicio instintivo, se reflejaban en las que yacían ya en el suelo. Algunas procedían a su primer y último vuelo, de la rama al asfalto… , otras crepitaban bajo mis pies, quejosas. Produciendo una reverberación seca pero profunda. Las escaleras de entrada a las casas de dos pisos me tenía en estado de alerta, quizás Woody saliera a todo gas, persiguiendo a una estudiante de arte joven y guapa. Eso sí, neurasténica. Iba distraído, con un ensimismamiento algo artificial - pose de turista intelectual, diría yo -, aunque el goce era inmensamente sincero. Mi interior hervía y muchos datos que, hasta el momento, consideraba inamovibles se evaporaban al compás del vals que bailaban las hojas mecidas por el leve viento. Al llegar a la esquina me encontré con una calle en pleno bullicio, con un ajetreo contagioso. Tiendas de toda clase, galerías de arte, restaurantes y, sobre todo, lo que me llamó la atención. Una furgoneta, parada delante de una marquesina, de la que estaban descargando instrumentos musicales. Un hombre maduro, aunque lleno de energía, mandaba a los operarios que, con sumo cuidado, introducían el material a través de la puerta que cobijaba la marquesina. Me interesó y me acerqué. Una entrada vintage custodiada por dos pizarras en las que se leía: Upcoming Shows Next Week, y una serie de artistas para las siguientes noches.
Lo que sigue me lo salto, aunque Stewart siempre me toma el pelo con la cara de estupefacción que tenía al despertar de la lipotimia, en uno de los sofás antiguos del local. Stewart y yo nos hemos hecho inseparables desde entonces, incluso creo que no volví jamás al piso de… cómo se llamaba? No me acuerdo. No había nadie, era pronto, pero empezaron a sonar las notas de Voodoo Child en el escenario. Me giré y no pude dar crédito a mis ojos. El mismo Jimi Hendrix rascando su Fender Stratocaster, tocando únicamente para mí. Stewart sonrió y me acercó un programa de mano. Lee, me dijo con un gesto. No me lo podía creer, estas cosas deben asimilarse. Al tiempo que asumía que en días venideros actuarían Stevie Ray Vaughan, Elmor James, Robert Johnson y Muddy Waters, acabó la prueba de Jimmy y por el micro oí su voz diciendo: Bienvenido al Crossroad Bar , colega!

COLEGA.- 1/ Tratamiento que se da a menudo entre compañeros. 2/ Cada uno de los que ejercen una misma función considerado con relación a los otros...

4 comentarios:

  1. Anda ya !! Luego me llaman a mi soñadora romántica. Sabes que creo?, estas cosas suceden y los que saben escribir, deberían dar gracias por poder las contar ...

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  2. bueno, las interpretaciones son innumerables. No sé qué has interpretado tú, querida anónima..., pero este modesto pintaletras tuvo la, quizás osada, intención de " parafrasear " EL SEXTO SENTIDO,,,

    gracias

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  3. La vida es una caja de sorpresas...Eres Tú...Con tu mirada de noche...O tal vez estoy soñando...Imagino que los Druidas me persiguen en la red...O yo a ellos hasta encontrarlos..

    India.

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  4. La persecución de un deseo, India, no es un sueño. Es la vida misma.

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